Hace un par de décadas, tener que usar aparatos «así se llamaban, ¿recuerdan?», era una pésima noticia. Más allá de la incomodidad y la molestia que suponía, lo que más angustiaba eran las miradas ajenas clavadas en esa dentadura llena de alambres cual Hannibal Lecter. Pero eso cambió. Y mucho. Los brackets «ahora se llaman así» evolucionaron hasta convertirse en un accesorio de moda, estético, capaz de iluminar y realzar cualquier sonrisa por más torcida que sea.
“Los brackets dejaron de ser un objeto de burla, hoy está bien visto llevarlos a cualquier edad. Es un tema cultural, en muchos países la gente da por hecho que en algún momento necesitará ortododoncia”, También ayuda el hecho de que se ha evolucionado mucho para hacerlos más cómodos y estéticos. “Por ejemplo, hace un tiempo no existían las gomitas de colores. Las que se usaban eran transparentes y se ponían amarillas con el uso y daban una fea apariencia”.
Los adolescentes son los que más demandan los brackets de colores. “Vienen y te piden que les pongas gomitas de tal o cual color. El objetivo es darle un toque divertido, distinto al tratamiento. Lo mejor es que se pueden hacer varias combinaciones, incluso se pueden variar los colores en la visita mensual al odontólogo y las gomitas de colores tienen la ventaja de que no se ponen amarillas”.